martes, 27 de marzo de 2012

Apuntes Generación del 98


LA GENERACIÓN DEL 98

El término Generación del,98 fue acuñado por Ortega y Gasset y popularizado por Azorín. Se deno­mina Generación o Grupo del 98 a una serie de escritores españoles que vivieron en su juventud el de­sastre colonial, lo que modeló sus inquietudes y anhelos. Se muestran preocupados por la realidad española y adoptan ante ella una postura crítica. Sienten la necesidad de un exa­men de conciencia nacional y convierten el tema de España en uno de los centrales de su producción literaria. Estos escritores here­dan de los regenera­cionistas la preocupación ideológica por la recuperación nacional y coinciden con los modernistas en el rechazo del positivismo y de la literatura realista, en el deseo de una renovación estética y en la reivindicación de la liber­tad creadora del ar­tista.

El núcleo del Grupo del 98 fue el llamado «grupo de los Tres» formado por Ramiro de Maeztu, Pío Baroja y José Martínez Ruiz, «Azorín», que publican en 1901 un manifiesto en el que denuncian el clima de des­composición espiritual de España y expresan su deseo de ayudar a la regeneración del país. En este mani­fiesto, abandonan sus ideas anarquistas iniciales y se acercan a un reformismo tradicional preocupado por la ciencia, la reforma del campo y el desarrollo general de España. Esta iniciativa del «grupo de los Tres» resultó un fracaso, hecho que llevó a sus autores al pesimismo. El grupo se deshizo y en adelante sus compo­nentes adoptaron posturas más idealistas y desengañadas.

Tradicionalmente se incluye en la nómina de autores del Grupo del 98 a Pío Baroja, Azorín, Ramiro de Maeztu, Miguel de Unamuno, Antonio Machado y Valle-lnclán. Sin embargo, la crítica moderna tiende a excluir a los dos últimos autores.

Desde 1910, cada uno de los escritores del 98 inició una evolución personal que les llevó de una ideo­logía inicial radical -anarquismo de Azorín y Baroja, socialismo de Maeztu, marxismo de Unamuno a unas postu­ras más conservadoras, con excepción de Machado y Valle-lnclán que desarrollaron en su madurez un tipo de li­teratura que podemos llamar comprometida.

Características del Grupo del 98

Los autores del 98 muestran una serie de coincidencias ideológicas y estéticas entre las que podemos destacar las siguientes:

*Se detecta en sus obras la influencia de los filósofos irracionalistas Schopenhauer y Kierkegaard, de los que toman el tema de la angustia vital, las preocupaciones existenciales y el pesimismo; de Nietzsche proviene el tema del eterno retorno, la acti­tud religiosa ante el cristianismo, la valoración de la vida y la voluntad frente a la razón, y la predilección por el superhombre (el Pío Cid de Ganivet, el Quijote de Unamuno, el Caballero de la Hispanidad de Maeztu, el César Moncada de Pío Baroja ... ).

*Muestran una gran preocupación por los grandes temas de la existencia humana: el sentido de la vida, el destino del hom­bre, etcétera.

*Expresan en sus obras su inquietud por la situación del país y conceden especial importancia a la re­generación nacional y del ser humano.

*Adoptan una postura idealista ante la regeneración social. Frente al pragmatismo de los regenera­cionistas, los del 98 muestran su incapacidad para pasar a la acción y aplicar las reformas que proponen. A los problemas concretos sólo ofrecen res­puestas filosóficas.

*Su preocupación por la situación nacional convierte el tema de España en eje central de sus obras. Los autores del Grupo del 98 parten de un conocimiento profundo de la realidad española que consiguen a través de sus viajes y de la lectura de los autores clásicos. Exaltan el paisaje y los pueblos, y se interesan por su historia en la que esperan descubrir la esencia de lo español. En sus escritos realizan una revisión del pa­sado y muestran una sensibilidad especial ante los aspectos más desoladores de la realidad na­cional. Critican, sobre todo, a los gobernantes corruptos, el atraso del campo y los vicios nacionales. Creen que los problemas de España hallarán solución en la medida en que se produzca en el pueblo un cambio de mentalidad.

*El deseo de modernizar el país les hace volver sus ojos a Europa y expresar la necesidad de «europeizar a España». En una segunda etapa, reivindican los valores nacionales, los valores «más cas­tizos», y hablan de «españolizar a Europa».

*Los autores del Grupo del 98 buscan la esencia de lo español y de los valores eternos en las tierras de Castilla, en su histo­ria y en su literatura. Aman los viejos pueblos y el paisaje castellano, y reivindican a es­critores españoles medievales y clásicos: Gonzalo de Berceo, Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, el Marqués de Santillana, Luis de Góngora... Admiran a Larra, al que consideran como «el más libre, espontáneo y destructor espíritu contemporáneo».

*Todos ellos muestran su afán por renovar literariamente nuestra lengua. Recuperan palabras tradiciona­les y utilizan abun­dantes arcaísmos. Con el fin de transmitir con claridad sus ideas, defienden un estilo antirretórico caracterizado por la sobriedad y la precisión.

*Además del auge del ensayo y del periodismo, cauces apropiados para el desarrollo de sus ideas, mo­dernizan los géneros tradicionales; por ejemplo, las nivolas de Unamuno, mezcla de reflexión y relato, supusie­ron un profundo cambio en la narrativa de la época. Sus obras ofrecieron nuevos caminos a la creación literaria.


El Regeneracionismo


La crisis del sistema político de la Restauración y la sensación general de decadencia, agravada por la realidad del desas­tre del 98, hizo reaccionar a un reducido grupo de intelectuales y políticos que plantearon en sus escritos la necesidad de regenerar España identificando sus problemas y proponiendo remedios eficaces para superarlos.

Los regeneracionistas, con Joaquín Costa a la cabeza y Angel Ganivet, señalan como una de las principales causas de la decadencia es­pañola la degradación del sistema socioeconómico y político de la Restauración. Su pro­grama de regeneración propone: acabar con el caciquismo y con el retraso que supone el excesivo peso de la tradición, llevar a cabo la reforma del campo, conseguir «escuela y despensa» para todos, y tener en cuenta el modelo europeo (europeización) para hacer progresar al país.

La generación de fin de siglo. ¿Modernismo frente a Grupo del 98?

En el periodo que abarca los últimos años del siglo xix y los primeros del xx se dan a conocer en España una serie de autores importantes adscritos tradicionalmente a dos movimientos: el Modernismo y la Generación del 98.
La crítica ha mantenido al respecto dos posturas encontradas. Para algunos, como Valbuena Prat, Pedro Salinas o Guillermo Díaz Plaja, Modernismo y Generación del 98 son dos grupos clara­mente diferenciados; para otros, como Juan Ramón Jiménez o Ricardo Gullón, Modernismo y 98 son una misma cosa, y representan la forma hispánica de la crisis de fin de siglo.

En nuestra opinión, Modernismo y 98 tienen más elementos en común que diferencias. Los autores modernistas y los del Grupo del 98 pertenecen a una misma generación histórica y forman parte de un mismo fenómeno: el Modernismo, que, como movimiento cultural, trae consigo un nuevo clima estético, y en cuyo seno surge un grupo, el del 98, que, sin oponerse al anterior, presenta ca­racterísticas propias.

Así, mientras los precursores del Modernismo son poetas, los del 98 son ideólogos; mien­tras a los modernistas los mueve la búsqueda de la belleza, a los del 98, la verdad; mientras aquellos se declaran cosmopolitas, estos se sienten profundamente españoles; por último, si la literatura mo­dernista es una literatura de los sentidos y la del 98 de las ideas. Sin embargo, es evidente que a am­bos movimientos une la urgencia de derribar los viejos valores y la conciencia de desastre.

ANTONIO MACHADO


Quizás sea este poeta uno de los que mejor ejemplifican cómo Modernismo y 98 son dos movimientos que en ocasiones se mezclan y solapan, pues su primera época nos servirá para ver en qué consiste aquél y la segunda, éste.

BIOGRAFÍA

Antonio Machado nació en Sevilla, en 1875, pero su trabajo como catedrático de francés le llevó a Soria donde conoció a Leonor con la que se casó cuando ella tenía dieciséis años. Tres años después Leonor murió, y Soria y Castilla se convirtieron en temas esenciales de su obra. A la muerte de Leonor, se trasladó a Baeza donde permaneció desde 1912 hasta 1919, año en que re­gresó a Castilla. En 1928 se enamoró de Pilar de Valderrama, «la Guiomar» de sus versos. Evolucionó ideológicamente hacia la iz­quierda y murió en el exilio en 1939.

Etapas de la producción poética de Antonio Machado

Rafael Ferreres distingue cuatro etapas en la producción poética de Antonio Machado:

Primera etapa: de 1899 a 1902; es su periodo modernista, al que pertenece su obra Soledades (1903). En 1907 aparece Soledades, galerías y otros poemas una obra en la que apare­cen algunos de los poemas de Soledades, pero en la que se han suprimido algunas composiciones de aquella y se han añadido muchas otras. En ella el poeta elimina, aunque no del todo, la poderosa influencia del Modernismo y aparece por primera vez una breve visión del paisaje castellano.

Segunda etapa: de 1907 a 1912; es el periodo de los poemas castellanos, de la preocupación por España, donde se produce en él una mayor confluencia con los autores del Grupo del 98. A esta etapa pertenece Campos de Castilla (1912).

Tercera etapa: en ella predomina la preocupación filosófica y folclórica; es el momento de Nuevas canciones (1924).

Soledades (1903) y Soledades, galerías y otros poemas (1907)

Soledades (1903), su primer libro de poemas (influido por el poeta francés Paul Verlaine), puede encuadrarse dentro del Modernismo. Algunos rasgos característicos de esta obra son:

El tono intimista: el poeta se esfuerza por expresar las propias reacciones frente a la natura­leza y frente a la muerte.

La presencia de temas como la angustia por el paso irreparable del tiempo; la muerte; el sueño, que muestra la realidad que se encuentra más allá de la experiencia cotidiana; y el recuerdo, que devuelve purificado un pasado que de otra forma se perdería.

La utilización de algunos símbolos, como el camino, que representa el vivir y el paso del tiempo; los sueños, que muestran la realidad que se encuentra más allá de la experiencia cotidiana; el agua que corre, representada por la fuente, que expresa la monotonía del vivir.

El constante diálogo del poeta consigo mismo y con el paisaje; habla con otro (desdoblamiento de su propia personalidad) o dialoga con la fuente, con la tarde de primavera, con la noche, etcétera.

El encuentro de Machado con Castilla es un encuentro privilegiado: como decía Salinas, Castilla es una tierra en la que Machado podrá seguir «buscando el alma». En efecto, ante las tierras de Soria, exclamará: «Me habéis llegado al alma. ¿O acaso estabais en el fondo de ella?»

Soledades, galerías y otros poemas (1907) enlaza con el libro anterior, pero incorpora noveda­des. En la sección "Soledades" aparecen veintinueve poemas del primer libro, en los que A. Machado ha suprimido los aspectos formales del Modernismo. Aparecen imágenes nuevas como las abejas que hacen miel, que expresan los procesos mentales inconscientes del alma, o la noria, que hace referencia a la paciente elaboración de los sueños. Los poemas incluidos en "Galerías" son bre­ves y se caracterizan por su capacidad de evocación y potencia simbólica. Son intensamente intros­pectivos: en ellos, el poeta indaga en sí mismo y sus sentimientos. En la sección "Otros poemas" comienza ya a mirar al mundo exterior y en laza sus preocupaciones personales con un objeto ex­terno. Se agudiza el recuerdo directo de determinados episodios de su niñez y aparece ya un poema descriptivo: "A orillas del Duero", que representa el punto de partida de una nueva etapa en su poe­sía.

Campos de Castilla
Se publica Campos de Castilla en 1912, poco antes de la muerte de Leonor (se incrementará con nuevos poemas en edicio­nes sucesivas). Son variados los temas de sus composiciones: señaló Machado que «a una preocupación patriótica responden mu­chas de ellas , otras al simple amor de la Naturaleza, que en mí supera infinitamente al del Arte. Por último, algunas rimas revelan las muchas horas de mi vida gastadas [...] en meditar sobre los, enigmas del hombre y del mundo».

Los «enigmas del hombre y del mundo» le siguen inspirando, en efecto, poemas intimistas en la línea de su poesía anterior. Pero lo que aporta de nuevo este libro son los cuadros de paisajes y de gentes de Castilla o las meditaciones sobre la realidad espa­ñola. Veámoslo.

El paisaje parece recogido, en algunos poemas, con una «objetividad» absoluta. Así, en la serie Campos de Soria o en Orillas del Duero (nos referimos aquí al poema nº CII y no a otros de título igual —o casi— a éste). Sin embargo, un estudio atento permite ver, en tales poemas, un claro componente subjetivo: Machado proyecta sus propios sentimientos sobre aquellas tierras, ope­rando una selección que prefiere lo recio y lo austero (o lo duro y lo pobre, o lo «épico» y lo «místico»), o que acentúa (especialmente con la adjetivación) lo que sugiere soledad, fugacidad o muerte (sus constantes obsesiones). Tales son las claves de su visión lírica de Castilla.

La «preocupación patriótica» le inspira poemas sobre el pasado, el presente o el futuro de España. En ellos se observa (junto a la señalada visión lírica) una visión crítica que motivó la ya discutida adscripción de Machado al «98». Sólo en algún caso podrían verse puntos comunes con la línea regeneracio­nista, así, en A orillas del Duero (hablamos ahora del poema XCVIII) o en Por tierras de España.

En cambio, en poemas posteriormente añadidos al libro, la crítica de Machado parte ya de ba­ses distintas: es una visión histórica y política netamente progresistas animada por la nueva fe en «otra España», «implacable y redentora», con la que ahora se siente comprometido. Son ejemplos de ello composi­ciones como Del pasado efímero, El mañana efímero, Una España joven, Desde mi rincón...

Destaquemos, aparte, el largo romance La tierra de Alvargonzález, en que el poeta consigue revi­talizar la vieja versifica­ción, en un intento de «escribir un nuevo Romancero» que fuera expresión popular de «lo elemental humano». Se trata de un estreme­cedor poema narrativo, cuya sombría historia pira en torno a la codi­cia, producto de la dureza y miseria de aquellas tierras.

Por otra parte, en Campos de Castilla inicia Machado un aspecto de su creación que más tarde cultivará copiosamente: ese tipo de poemas,brevísimos que integran la serie de «Proverbios y cantares». Son, unas ve­ces, chispazos líricos; otras, filosóficos (aspecto éste que dominará en el libro siguiente). Los más surgen de esas hondas preocupaciones suyas que ya conocemos, y que ahora se envasan en formas inspiradas por las coplas populares. Algunos son bellísimos.

Entre los poemas añadidos al núcleo inicial, hay que citar las conmovedoras evocaciones de Soria, desde lejos, o de la es­posa muerta; ambos temas se entretejen admirablemente en el poema A José María Palacio. En fin, el libro se completa con una serie de «Elogios», algunos muy hermosos,. como el poema A Don Francisco Giner de los Ríos, o los dedicados a Rubén Darío, Unamuno o Juan Ramón.

Nuevas canciones

Doce años tardará Machado en publicar su siguiente libro: Nuevas canciones (1924). Su impulso creador parece haberse frenado. Ya en un poema de 1913, se lamentaba: « ... cantar no puedo; / se ha dormido la voz en mi garganta». Y en una carta a Unamuno de 1921, confesará: «Escribo poco y aun esto no muy a gusto.» Por aquellos años, en cambio, se incremento su interés por la filosofía.

Nuevas canciones es un libro breve y heterogéneo. Dámaso Alonso lo ha definido como «una especie de muestrario: algunos poemas que recuerdan los Campos de Castilla; otros que, con apenas breves destellos de sentimiento, meten al campo andaluz en una rígida cartonería mitológica; y, en fin [...] poemas minúsculos, de­finidores, dogmáticos, condensación de turbias intuiciones pura­mente cerebrales ... ».

En el terreno de la poesía descriptiva, es evidente que las tierras andaluzas no sacuden su sensibilidad como lo hicieron las de Castilla. Y es sintomático que sólo cuando evoca a Soria se remonte visi­blemente su vuelo lírico (así es en las Canciones de tierras altas o en las Canciones del alto Duero).

Encontraremos también en el libro nuevas composiciones intimistas de valor muy desigual, poe­sías de circunstancias, como sonetos a amigos suyos, etc.

Pero lo más característico de este ciclo es el centenar de nuevos Proverbios y cantares. En ellos, lo lírico ha cedido el puesto definitivamente a lo conceptual: son ahora más «proverbios» que «cantares»; o, como dijo Salinas, «cantares de pensador». Consisten en sentencias o pensamientos, frecuentemente paradó­jicos, a veces oscuros, en ocasiones triviales, aunque algunos encie­rran también intuiciones profundas. Las inquietudes filosóficas de Machado han pasado a primer término.

ÚLTIMOS POEMAS
En los años posteriores a 1924, su producción poética es más bien escasa (cultiva más la prosa, de la que en seguida habla­remos). No publica independientemente ningún nuevo libro de versos; sí diversas edicio­nes de sus Poesías completas (19281 19331 1936) con algunos poemas añadidos cada vez. Así, los que cons­tituyen el Cancionero apócrifo de Abel Martín y Juan de Mairena, poe­tas de su invención. Entre tales composi­ciones, cabe destacar, en todo caso, las Canciones a Guiomar, testimonio de su nuevo y tardío amor.

Pero Machado encuentra pocas veces ya su inspiración de antaño. La poesía española de entonces va por caminos muy dis­tintos de los que él había recorrido: en esos años veinte, los movimientos de vanguardia ba­rren el panorama de la lírica, se ensaya un arte «deshumanizado», surgen los «poetas del 27». Hay, en suma, una nueva estética que parece ejercer sobre el Machado poeta efectos paralizantes. Su figura es respetada (Gerardo Diego lo incluye en su famosa antología de 1932), pero él muestra su «desacuerdo» con la nueva poe­sía y, en varias ocasiones, defiende estérilmente su propia poética contra una lírica «intelectual», «artificialmente hermética» —son palabras suyas— que le parecía una nueva manifestación del «viejo arte bur­gués».

Cuando estalla la contienda, Machado quiere ser poeta cívico y bélico de la España Republicana. Surgen así sus Poesías de guerra, una veintena de composiciones. Entre ellas, hay poemas breves, como el dedicado a la defensa de Madrid («¡Madrid, Madrid! ¡qué bien tu nombre suena, / rompeolas de todas las Españas!»), otros con tono de arenga, algunas coplas, romances y canciones con notas de paisaje valenciano, y nueve sonetos, alguno estremecedor como el titulado La muerte del niño herido. Pero la pieza más hermosa de la serie es El crimen fue en Granada, desgarradora elegía a Federico García Lorca.

Cuando murió Machado, en un bolsillo se le encontró un papel arrugado. En él, escrito a lápiz y junto a otras no­tas, figura un verso destinado, sin duda, a encabezar un nuevo poema que ya no escribiría. Es, pues, su último verso. No se puede leer sin un escalofrío:
"Estos días azules y este sol de la infancia ..."

LA OBRA EN PROSA

Con el tiempo, la producción en prosa fue para Machado una actividad compensatoria, sustitutiva de la corriente poética que dejaba de empujarle con ímpetu. Pero el viejo poeta va a revelarse como un gran prosista. Buena parte de tal producción responde a sus crecientes preocupaciones filosóficas; junto a ello, desarrollará problemas estéticos o políticos.

Algunos de sus escritos dispersos o inéditos fueron reunidos por Guillermo de Torre en 1957 con el título de Los complemen­tarios. Son páginas del mayor interés.

Pero su gran obra en prosa es el Juan de Mairena. Se trata de un conjunto de artículos, en los que , con un tono a veces serio y a veces irónico, trata de las cuestiones más diversas: metafísica, lógica, estética...

A partir de 1936, junto a los temas señalados, dominan ahora las cuestiones políticas, estrechamente li­gadas a los dramáti­cos acontecimientos de aquella hora.



SIGNIFICACIÓN DE MACHADO

La valoración de la obra machadiana ha pasado por matices muy reveladores de los cambios del gusto. Como hemos señalado, gozó del mayor respeto entre la llamada «generación del 27», aun­que la devoción del momento se orientaba más hacia Juan Ramón Jiménez. En cambio, en la pos­guerra, los poetas (con Blas de Otero a la cabeza) vuelven hacia Machado y lo convierten en el más alto ejemplo de poesía y de humanidad. Precisamente un crítico del «27» como Dámaso Alonso dirá por entontes:

«Era, ante todo, una lección de estética y era una lección de hombría; de austeridad, de ho­nestidad sin disfraces ni relumbrones ... »

En fechas más recientes, en cambio, algunos juicios restrictivos parecen iniciar una revisión crí­tica de su obra. Así, el eminente profesor Francisco Rico opina: «Pertenece demostrablemente a otro siglo: acendra las mejores vetas de Espronceda, Campoamor, Bécquer; y quizá [su poesía] con­vierte a su autor en el más alto lírico castellano del diecinueve.» Bueno es situar a Machado en su momento, aunque sea un tanto primaria esa referencia al «diecinueve» (¿eran «decimonónicos» aquellos poetas de posguerra que consideraban a Machado muy «actual»?)

Por encima de las mareas de gustos y modas, Machado significa, en resumen, la hondura en el enfoque de graves problemas humanos, una identificación inigualada de un poeta con una tierra ' un ejemplo de fidelidad a sí mismo y a su pueblo. Y, estrictamente visto en la trayectoria de la poesía española del siglo xx, se alza como una de sus más altas cimas.

Omitimos ahora la referencia a la producción teatral que desarrolló en colaboración con su hermano Manuel. Aludiremos a ella en el capítulo siguiente.


AUTORES DE LA GENERACIÓN DEL 98

MIGUEL DE UNAMUNO

VIDA
Nace en Bilbao en 1864.Su vida transcurre entre la guerra carlista y la guerra del 36. Fue catedrático de griego y rector de la Universidad de Salamanca, cargo del que fue destituido por pronunciar un discurso contrario al bando nacional del general Franco. Murió pocas semanas después en Salamanca.
Unamuno vivió un constante conflicto consigo mismo y con las circunstancias de su tiempo. Esta especie de guerra interior no le impidió enfrentarse a todo y a todos. Ocupó un lugar muy destacado en la vida pública, con declaraciones muy críticas contra los sucesivos gobiernos y regímenes ( durante la Dictadura de Primo de Rivera y de Franco)



ENSAYOS Y NOVELAS
Unamuno escribió artículos periodísticos, ensayos, novelas, cuentos, poesías, teatro e infinidad de cartas. Su literatura es como una confesión, con meditaciones acerca de temas existenciales, religiosos, filosóficos, literarios, políticos o sociales. Pero lo más genuino de Unamuno son los ensayos. Estos giraron sobre dos cuestiones principalmente: la preocupación por España y el sentido de la vida. El primer volumen que escribió lleva por título En torno al casticismo donde expone su teoría sobre la intrahistoria; Unamuno vio en la vida de esos hombres anónimos y humildes “ la sustancia del progresos, la verdadera tradición de los pueblos”
Las crónicas de sus viajes están reunidas en dos libros: Por tierras de Portugal y España ( 1911) y La agonía del cristianismo. En el primero trata el tema de la inmortalidad y el conflicto entre la razón y la fe y en el segundo el término agonía significa lucha ( del griego = lucha ), pues para Unamuno la auténtica vida religiosa es una continua lucha. Otro ensayo importante es Del sentimiento trágico de la vida donde se observa la lucha interna entre su corazón y su razón.
Las novelas- o nivolas, como a él le gustaba llamarlas- también fueron un medio para expresar su pensamiento filosófico: en el centro siempre hay un conflicto íntimo, un problema de conciencia. Destacan Amor y pedagogía ( 1902), Niebla (1914), novela innovadora en cuanto a técnicas narrativas, La tía Tula ( 1921) , sobre la convivencia y las relaciones personales y familiares, San Manuel Bueno, mártir (1931), sobre la pérdida de la fe de un sacerdote, y Paz en la guerra, sobre la intrahistoria durante la Guerra Carlista

OBRA POÉTICA
Publicó su primer libro, Poesías, en 1907, a los 43 años. Algunos títulos importantes son El Cristo de Velázquez, Teresa y Romancero del destierro. Los temas más frecuentes de su poesía son el amor, la familia, la realidad española ( el paisaje, los hombres, la política..), Dios y el sentimiento religioso, la soledad del hombre, la vida como sueño o niebla

AZORÍN

VIDA
José Martínez Ruiz, más conocido por su pseudónimo,Azorín, nace en Monovar, Alicante, en 1873. Estudió el bachillerato en Yecla (Murcia) y comenzó la carrera de Derecho en Valencia. En 1896 se trasladó a Madrid, donde desempeñó una intensa labor periodística en revistas y diarios. De ideas anarquistas en su juventud, participó en numerosos actos de protesta junto a Pío Baroja y Ramiro de Maeztu ( el grupo de “Los Tres”), evolucionó luego hacia posturas conservadoras y tras la Guerra Civil siguió escribiendo hasta sus últimos años. Muere en Madrid en 1957.

OBRA
Sobre todo es escritor de novelas y ensayos. EL tono revolucionario de sus primero artículos, con ataques a las instituciones políticas y culturales, se atempera con el paso de los años y Azorín se centra en el paisaje de España, en el pasado histórico y en la tradición literaria. Entre los libros que se publicaron destacan Los pueblos (1905), La ruta de don Quijote (1905), Castilla (1912), todos estos son evocaciones de las tierras y el paisaje de España, Lecturas españolas (1912), Al margen de los clásicos (1915), de crítica literaria
En sus novelas, Azorín une recuerdos, impresiones personales, descripciones de ambientes,etc.De su primera época destacan La voluntad, Antonio Azorín y Las confesiones de un pequeño filósofo. Se caracterizó Azorín pos sus grandes dotes de observador, su tendencia a la medición y una gran sensibilidad. Sus páginas están llenas de nostalgia, de impresiones y sensaciones, de ahí el lirismo en sus descripciones. En cuanto a su estilo escribe con una sintaxis muy trabajada pero a la vez sencilla, con predominio de la frase corta. El léxico es muy variado, incorpora neologismos, así como abundantes términos ya olvidados

PIO BAROJA

VIDA
Nacido en San Sebastián en 1875 estudió Medicina en Valencia y Madrid. Regentó una panadería familiar pero pronto se dedicó al periodismo y a la literatura, especialmente a la novela. Vivió cuatro años exiliado en Francia a consecuencia de la guerra Civil y murió en Madrid en 1956.
De carácter reservado, en su juventud compartió con otros escritores el espíritu de rebeldía y el deseo de renovación. Además su espíritu individualista, independiente y escéptico en cuestiones religiosas y políticas le llevaron a tener una concepción pesimista del mundo que le rodeaba. Sin embargo en sus obras denuncia la crueldad de la sociedad y trasluce sus sentimientos humanitarios por los seres marginados y desvalidos. Su simpatía y compasión por los oprimidos le inclinó hacia posturas anarquistas, poniendo por encina de todo la ética y los principios morales

CONCEPCIÓN DE LA NOVELA Y ESTILO
Baroja fue un gran observador de cuanto le rodeaba. Para él, la novela es un género multiforme. Así escribe novelas en las que predomina la acción, en otras, las ideas y la reflexión filosófica, en otras, el testimonio histórico, etc
Dentro de cada novela también concede importancia a la variedad por lo que suele intercalar muchos personajes secundarios, episodios marginales, anécdotas pintorescas, etc. Presta atención a los detalles, pero de una forma rápida, describiéndolos con pocos trazos y gran precisión.
Baroja quería mostrar las dificultades que acosan a unos personajes que nunca serán grandes héroes. Abundan los marginados de la sociedad o los enfrentados a ella, individualistas, sin grandes aspiraciones, cuyas historias relata alejado de toda solemnidad o énfasis. Su prosa es, por tanto, sencilla, con frases breves, precisa y clara. Los diálogos resultan espontáneos y sueltos. En definitiva, otro ejemplo de voluntad de renovación que caracterizó a nuestros escritores de principios de siglo

OBRAS
La producción de Baroja abarca más de sesenta novelas, algunos cuentos, ensayos, biografías y unas extensas memorias. El escritor agrupó sus novelas en trilogías bajo una denominación que pretende recoger la idea principal. Destacamos las más importantes:
-en algunas predomina la acción: Zalacaín el aventurero ( con La casa de Aizgorri y El mayorazgo de Labraz forman la trilogía Tierra vasca), y Las inquietudes de Shanti Andia y La estrella del capitán Chimista;
-otras ofrecen unas reflexiones pesimistas sobre el ser humano: Camino de perfección, El árbol de la ciencia
-otras muestran la difícil vida de los suburbios madrileños: La busca, Mala hierba y Aurora roja ( de la trilogía La lucha por la vida )
Otra parte de su obra son las veintidós novelas que componen Memorias de un hombre en acción, escritas a lo largo de veinte años, sobre las imaginadas memorias de un lejano pariente, aventurero que vivió la guerra de la Independencia y las guerras carlistas.
Por último las memorias autobiográficas llevan por título Desde la última vuelta del camino, donde recoge recuerdos y opiniones sobre múltiples temas.

RAMÓN MARÍA DEL VALLE-INCLÁN
Nació en Villagarcía de Arosa ( Pontevedra ) en 1866. Estudió en la Universidad de Santiago de Compostela en pleno ambiente cultural del Rexurdimento de las letras gallegas. Sin acabar Derecho se trasladó a Madrid pero sus deseos de aventura lo llevaron a Méjico y Cuba. A su regreso adoptó la vida bohemia de muchos escritores de la época ( barba larga, melenas, gafas redondas y un sombrero negro y ancho) Asiduo de cafés y tertulias, realizó varios viajes a Hispanoamérica y fue director del Instituto de Bellas Artes de España en Roma. Hombre provocador, de apariencia extravagante, “era la mejor máscara a pie que cruzaba la calle de Alcalá” según Ramón Gómez de la Serna. Sentía un gran desdén por lo vulgar y cotidiano. De ideas radicales e inconformistas, evolucionó desde posturas tradicionalistas ( defendió el carlismo en su juventud) a interesarse cada vez más por lo problemas sociales y políticos: mostró su entusiasmo por la revolución rusa y disintió de muchas ideas oficiales y burguesas.

OBRA
Valle-Inclán escribe poesía, narrativa y teatro. En cuanto a su evolución comienza a escribir en la órbita del Modernismo y, manteniendo siempre una actitud renovadora, su obra alcanza la máxima cumbre en el esperpento

Primera etapa
Las primeras publicaciones importantes son sus Sonatas (1902-1905): Sonata de otoño, Sonata de invierno, Sonata de primavera y Sonata de estío. Contienen las “memorias amables” del anciano Marqués de Bradomín, un don Juan, feo católico y sentimental que vive una serie de aventuras amorosas en ambientes refinados, decadentes y arcaicos ( situados en Galicia, Italia o Méjico )
Su gran aportación es el uso de un lenguaje exquisito y musical, con un estilo preciosista y armonioso.
Un segundo ciclo de su obra lo forman una trilogía de novelas sobre la guerra carlista: Los cruzados de la causa, El resplandor de la hoguera y Gerifaltes de antaño ( 1908-1909), y las Comedias bárbaras, tres dramas ambientados en una Galicia mítica: Águila de blasón Romance de lobos y Cara de plata. Tanto las novelas como los dramas se desenvuelven en un ambiente rural y conservan rasgos modernistas pero contienen importantes innovaciones como por ejemplo el interés por le sufrimiento humano y la presencia de elementos esperpénticos
La época de los esperpentos
La publicación de Luces de bohemia supone un momento importante en la trayectoria de Valle-Inclán y en la historia del teatro contemporáneo. Su argumento es el siguiente: Max Estrella, poeta ciego y fracasado, en compañía del cínico don Latino de Hispalis recorre durante una noche “un Madrid absurdo, brillante y hambriento”.En su deambular nos guía a través de unos ambientes tragicómicos y caricaturescos, habitado por periodistas, políticos, guardias, borrachos, prostitutas,etc. Valle-Inclán piensa que esa realidad sólo puede ofrecerse a través del esperpento, cuyo significado nos explica él en la escena XII de Luces de bohemia: “España es una deformación grotesca de la civilización europea” “ el sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética deformada”. Esta nueva estética y forma teatral es el esperpento, que se consigue al mostrar la realidad según queda reflejada en los espejos cóncavos del “callejón del gato” en los que todo se transforma de manera absurda y risible. Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas.
Los recursos literarios del esperpento son variados: contrastes, la exageración, el absurdo y la ironía, el humor negro y amargo, las mezclas de registros lingüísticos, el tratar de describir a los personajes como seres grotescos y deshumanizados ( animales, muñecos, fantoches, etc)
A los esperpentos pertenece la trilogía Martes de carnaval, que agrupa Los cuernos de don Friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán. También en esta línea se halla el drama ambientado en la Galicia rural Divinas palabras
Entre sus últimas novelas destacan Tirano Banderas (1926), ridiculización de un dictador hispanoamericano, y la trilogía de El ruedo ibérico, visión satírica del reinado de Isabel II



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